Actualidad Deportiva/05Jul2014(VV)

 

Con su periodicidad de cuatro años, la Copa Mundial de Fútbol es un evento deportivo que se realiza desde 1930, y en ella participan los equipos que sortearon exitosamente el proceso clasificatorio.

 

El fútbol es un espectáculo a escala planetaria y uno de los negocios más lucrativos. Repercute en la moda de trajes, zapatos, atuendos deportivos, auspiciada por grandes marcas comerciales, que van a influir poderosamente en sus ventas.

 

Pero no sólo es eso, un negocio, también tiene connotaciones mágico-religiosas. En calidad de espectadores, los hombres se identifican con el juego y con los jugadores, que pasan a ser símbolos de la propia vida, sus héroes, sus ídolos. El fútbol, de esta manera, puede ser mirado como un simulacro de guerra entre dos contendientes, que se convierte en un simulacro de la vida y, por tanto, llena de  pasión al mundo entero.

 

El objetivo en el fútbol, como en todo deporte, es ganar. A veces ganan los mejores, pero no siempre es así. Cuántas veces no hemos visto un balón perdido, casi sin destino alguno y, de pronto, el balón está dentro de la portería. Increíble, el equipo que no estaba haciendo nada para ganar es el ganador. La suerte es en el fútbol, como en la vida misma, un jugador más. Los futbolistas no sólo batallan contra su adversario sino, también, contra la fuerza del destino. O quizás Omar Khayyam tendría razón: “Lo que te ha de suceder, escrito está en el Libro que hojea al azar el viento de la Eternidad”.

 

En el juego de Brasil contra Colombia, en los cuartos de final, la acción del defensa colombiano Zúñiga sobre Neymar, en la que el astro brasileño sufrió la fractura de una vértebra lumbar tras sufrir un rodillazo, cuando ambos iban a pelear un balón en los últimos minutos del encuentro, podría haber decidido con anticipación el destino del Mundial y, posiblemente, ya le fue servida en bandeja de plata la victoria a Alemania.

 

Ya estamos casi al final de partido y el marcador está por la mínima diferencia, como casi todos los partidos de los octavos y cuartos de final. Son los minutos y segundos más angustiosos del juego ¿Por qué tiene que ser así siempre, que sean esos finales de alta tensión nerviosa? Porque el fútbol es como la vida misma, mientras más se avanza en el tiempo más nos acercamos al final. Sólo frente a la presencia del término de algo, tomamos conciencia de la importancia de la vida, de la mortalidad que nos rodea y de la infinitud del tiempo.